En el sector vinícola, el tiempo es uno de los factores más determinantes en la calidad de un vino. Respetar el ritmo natural del viñedo no es sólo una filosofía o forma de hacer, sino una estrategia orientada a obtener vinos más equilibrados, expresivos y duraderos.

Las estaciones marcan los procesos en el viñedo y en la bodega

En Maius escuchamos la tierra y nos dejamos guiar por el ciclo natural que ésta nos marca. En invierno, mientras la planta se encuentra en período de descanso, realizamos la poda principal para eliminar la vegetación y atamos los sarmientos al alambre para guiar su crecimiento. En primavera, la brotación y foliación nos indica que es el momento de realizar la poda en verde y proteger la planta contra plagas y enfermedades. Con la llegada del calor de los meses de verano, la cepa florece, la uva cambia de color y empieza a madurar. Entrado el otoño, cosechamos las uvas que ya han alcanzado la maduración óptima y la cepa empieza a perder las hojas, preparándose de nuevo para el invierno.

Del mismo modo, el trabajo en bodega sigue también un orden temporal marcado por los procesos que se han seguido en el viñedo. Cada procedimiento requiere su tiempo en función del comportamiento y expresión que se le quiera dar al vino. Así, lejos de métodos de producción acelerados e intervenciones intensivas, buscamos que el producto final conserve la identidad del terreno y permitamos que éste evolucione de forma coherente con su origen.

Al fin y al cabo, el objetivo está claro: respetar los tiempos naturales que nos marca el campo para que el vino resultante sea la expresión honesta de la tierra y del trabajo de todo un año.